Elena cerró la puerta en las narices de un Stefan perplejo, y corrió al baño a cambiarse. Yo fui a mi cama y abrí mi maleta, y saqué mi neceser y una caja que siempre llevaba conmigo. Abrí la caja mientras mis manos temblaban, y saqué la foto en la que aparecía él. Me obligaba a mí misma a no pensar ni pronunciar su nombre desde el día del accidente, pero los meses siguientes fueron horribles. Recordaba con total claridad esa tarde de abril en la que habíamos salido a pasear por el parque. Recordé sin quererlo el día que me dieron la noticia, el mismo en el que cumplíamos once meses. Mientras miraba la foto, las lágrimas se agolparon en mis ojos y comenzaron a derramarse en una foto en la que un chico rubio, de ojos azules, abrazaba a una chica que irradiaba felicidad, pero que en poco se parecía a la que era yo hoy por hoy. Mi pelo rubio había crecido considerablemente, y ahora lo llevaba por la mitad de la espalda. Mi cara estaba más demacrada y delgada que antes, y mis ojos azules estaban tristes y melancólicos la gran parte del día. Elena siempre me decía que parecía más mayor de lo que era, porque dice que las tragedias hacen crecer a las personas.
En ese momento Elena salió del baño y me vio llorando y abrazando la foto de Justin.
-Nico, Nicole, tranquila, estoy aquí contigo. Shh, no llores más.
- No puedo Ele, no puedo. Quiero volver a estar con él, Ele.
Elena me acarició la cara y me susurró palabras de cariño mientras me desmaquillaba y volvía a maquillarme. Cuando vio que yo me hube calmado, guardó la foto y la rosa en la caja y se puso en pie, muy seria.
-Pensé que ya lo habías superado, Nicole.
-Lo siento, no puedo evitarlo.
-No pasa nada, pero ahora vamos a salir a ver a esos chicos, de acuerdo?
Al final llegamos veinticinco minutos tarde, pero a los italianos no les importó, y se comportaron todos muy bien con nosotras, bueno, con Elena, porque al bajar a la playa yo me alejé caminando por la orilla mientras pensaba en Justin. Llevaba siempre la cadena con la J que me había regalado por mi cumpleaños, por mucho que Elena hubiese intentado quitármela. Estuve pensando en el entierro de Justin, en como su hermana de diez años se había acercado a mí y me había dicho que él me quería mucho, en como lloraban sus padres… Aquel día no dormí nada. Justin había sido mi mejor amigo antes de ser mi novio, y todo lo que nos unía desapareció a la misma velocidad que su vida. Recordé las palabras del médico cuando salió de la sala de UVI y nos comunicó la noticia. Elena y yo estábamos estudiando, y los padres de Justin hablaban con diversos familiares, y les decían que había esperanzas. Cuando el médico salió, toda la sala quedó en un silencio sepulcral, y yo me levanté y esperé y recé y deseé que hubiese salido bien. Las palabras del médico, que tantas veces había escuchado pronunciar en las pelis-dramones, cayeron sobre mí como un mazazo. “Hemos hecho todo lo que hemos podido, pero Justin ha fallecido” Zas. La madre de Justin se abrazó al padre y lloró, mientras su marido enterraba la cabeza en su pelo y lloraba también. Elena me miró un buen rato, mientras yo negaba con la cabeza y comenzaba a respirar con dificultad. Caí al suelo de rodillas, llorando, mientras Elena se agachaba conmigo y me consolaba.
-¡Nicole! ¡Eh, Nicole!
El grito de Stefan me devolvió a la playa del Caribe. Giré la cabeza y le vi correr hacia mí. Dios mío, era exactamente igual que Justin
-Nos volvemos a la residencia, pero hemos quedado todos mañana para bajar a la playa pronto. Te veré en el desayuno.
Se alejó corriendo, yo hice lo propio. Corrí hacia Elena mientras el pelo se llenaba de salitre y los pies se me mojaban. Cuando llegué donde estaba Elena, estaba casi sin aliento.
-Vamos, que se hace tarde. ¿No habrás estado llorando, eh?
-No, que va.
Nos fuimos a la residencia a toda prisa. Yo me duché y saqué toda la ropa de mis maletas mientras Elena hablaba por teléfono con Alex, uno de los italianos.
-Vaya, veo que no has perdido el tiempo.
-Oh, Nicole,-dijo cuando colgó el teléfono- Alex es perfecto. Me ha dicho muchas cosas bonitas, y dice que mañana me va a llevar a dar una vuelta en patín.
-Eso si tú no te ahogas antes de montar.
Empezamos a reírnos como locas, hasta que yo me quedé dormida. Elena me tapó y se metió en la cama también.A la mañana siguiente, Amanda nos despertó aporreando la puerta. Elena y yo nos levantamos y abrimos la ventana. Un sol perfecto iluminaba Salem Beach, e hizo que me diesen ganas de llorar. Ojalá Justin pudiese ver este lugar…Me vestí unos pantalones de flores y una camiseta básica blanca y bajé a desayunar con Elena. Cuando llegamos al comedor, Stefan, Alex y el resto de los italianos nos habían guardado un sitio. Genial. Yo había ido para olvidar lo de Justin, y me encontraba con que su doble posiblemente estaba interesado en mi mejor amiga.
-Hola hermosa-dijo Alex cuando llegamos a la mesa.
-Ciao, Alex-Elena me pidió que la enseñase a hablar italiano, pese a lo que a mí me costaba recordar aquel idioma, que yo misma aprendí porque los padres de Justin eran de allí. Stefan me miró y sonrió, y yo tuve que llevarme las manos al pecho para evitar que aquel agujero se abriese más. No iba a aguantar seis semanas viéndole constantemente. Stefan pareció darse cuenta, ya que dejó de sonreír, para alivio mío. –Disculpa ¿te encuentras bien? -Sí, sí. Perdona, es que me he mareado. –No mientas. No es la primera vez que te veo hacer ese gesto cuando hablas conmigo. Además, hablas el italiano como si te doliese. ¿qué te han hecho? -Yo… Nadie me ha hecho nada.-¿Disculpa? ¿Por qué se interesaba por mí un desconocido? Además, hablar de Justin o de cualquier cosa que tuviese que ver con él me mataba por dentro. ¿Porqué nadie podía entenderme? Me levanté y me fui a mi habitación, ante la mirada atónita de Elena y del resto de los italianos. No iba a volver a llorar, no me lo permitiría. Cogí mi bolsa de la playa y metí dentro la toalla, las gafas, el móvil, la crema solar y el ipod y me fui a disfrutar de un poco de sol, alejada de Stefan y del resto de italianos. Me tumbé en la arena y me quedé dormida. Cuando me desperté, Elena, Alex, Stefan y otro chico que creo que se llamaba Pietro estaban sentados conmigo. Al ver que habría los ojos, Elena sonrió y me abrazó fuerte. –Me has asustado, tía. Creíamos que te habías desmayado o algo así. –Discúlpame por lo del comedor, Elena me ha contado que has pasado por un mal momento. -¿Mal momento? Stefan, no ha sido un mal momento, ha sido una tragedia. Y no necesito que nadie se compadezca de mí.- Odiaba que la gente me dijese que lo comprendía, que sabía por lo que estaba pasando, cuando no tenían ni idea. No sabían lo que era no dormir, llorar todas las noches, tener que estudiar sin poder concentrarme, echarle de menos…. Stefan pareció molesto por mi respuesta, ya que se levantó y se fue a pasear por la orilla. Elena me miró y negó con la cabeza. Yo me levanté y corrí detrás de él.
viernes, 21 de mayo de 2010
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