viernes, 21 de mayo de 2010

Capitulo 4-Stefan

-¡Stefan! Lo siento, no debía de haberte contestado así, es solo que odio que la gente se compadezca cuando no tienen ni idea de lo que ha pasado. –Tal vez eso no ocurriría si me contases que te ha pasado.- Le miré directamente a la cara, y me paré en seco. No estaba preparada para hablar con nadie de aquello, pero por otra parte Stefan tenía razón.–Yo, bueno vale. Pero no quiero que me interrumpas en ningún momento-Cogía aire y comencé a contarle todo.- Yo estaba saliendo con Justin, un chico rubio de ojos azules que es igual que tú. El día antes de que hiciésemos once meses juntos, salimos a pasear y a tomar un helado. Al pasar por delante de una floristería, Justin vio unas rosas rojas y dijo que me compraría doce. Cruzó la calle, y cuando estaba a punto de poner un pie en la acera…-Tuve que parar para coger aire, ya que posiblemente me iba a echar a llorar- Acabamos yendo al hospital. Su entierro fue el día doce de abril, cuando hacíamos once meses.

Stefan se quedó callado un momento, y luego me cogió de la mano y me miró a los ojos. Yo aguanté su mirada, pero retiré la mano discretamente. –Lo siento mucho. Pensé que era que lo habías dejado, o algo así. No me imaginé que hubiese ocurrido esto. –No pasa nada. Es por eso por lo que me cuesta estar cerca de ti. Me recuerdas tanto a él…. Regresamos con el resto del grupo. Yo no me encontraba especialmente bien, pero dado que Elena se lo estaba pasando de maravilla decidí no arruinarle el día. La conversación con Stefan había reabierto la herida de mi pecho, y ahora notaba como me iba consumiendo por dentro. A la hora de la comida, Alex y Elena desaparecieron, y yo me quedé sola con Stefan y Pietro. Pietro se fue a nadar y al final sólo quedamos Stefan y yo. Todavía me dolía estar con él, la herida de mi pecho no se había cerrado. Stefan se tumbó en la arena y me acarició la espalada. Yo me gire sobre mi misma y me quedé mirando al cielo. Stefan no se molestó y se giró hacia mí de nuevo. Yo le miré, y comencé a reírme como una loca -¿Te ocurre algo?-Stefan también estaba sonriendo ligeramente, pero me obligué a mi misma a no mirarle, simplemente para no ver esa sonrisa tan familiar. –Sí, sí-conseguí decir entre risa y risas-Es sólo que me hace gracia esta situación. Yo me quito y me niego y tú sigues insistiendo-me puse seria de nuevo-¿Por qué, Stefan? ¿Por qué te haces…nos haces daño asi?
-Nicole, yo no pretendo hacerte daño-se apoyo sobre su codo y me miró desde ahí arriba-Simplemente intento que no te den ganas de suicidarte…Hacerte feliz, esas cosas.
–Pero, ¿por qué? Quiero decir-me apoye yo también sobre mi codo y le mire directamente a los ojos- seguro que en nuestro grupo hay un montón de chicas que suspiran por ti y que no han perdido a nadie recientemente. –Ya, pero-Stefan sonrió, y yo me lleve las manos al pecho-tú eres diferente. Me gusta tu manera de ser,como afrontas las cosas... Yo estaba completamente desorientada. ¿Era una declaración? Pero no podía ser, yo no estaba preparada para cosas así, y menos para alguien como Stefan. Stefan era una persona que irradiaba felicidad por todos los poros. Era esa clase de persona con la que todo el mundo querría estar. Sus ojos se encontraban fijos en los míos, y estaban llenos de resolución, sólo que yo no supe descifrarlos. Después de unos segundos, Stefan retiró la mirada y se tumbó en su toalla, con una cara igualmente indescifrable que su sonrisa. Decidí hacer acopio de valor y romper el hielo: -Bueno, Stefan, ¿por qué no me cuentas algo sobre ti? -Nací en Roma, pero cuando apenas tenía un año, mis padres se mudaron a una pequeña isla, llamada San Pietro, situada en la costa Oeste de Cerdeña. Me crié allí, en Caloforte, y cuando mis padres se separaron, volví con mi madre a Roma. –Vaya. Me gusta el nombre de Caloforte. Háblame de tu vida allí.-La conversación me estaba divirtiendo bastante, y decidí que podría olvidar el dolor durante unos minutitos. –Fui al instituto de allí, al Gioia Tauro. Era un instituto muy pequeño, por lo que nos conocíamos todos. Fue la época más feliz de mi vida. Luego, cuando cumple los catorce, mis padres se separaron y yo me fui a la enrome Roma, “ciutate de vida e mortte”, y todo cambió. Mis amigos, mi familia, e incluso yo. Hasta hace un año iba todos los veranos a Caloforte con mi padre, pero incluso esa isla se me quedó pequeña. Imagínate, un chico de ciudad, acostumbrado a su Vespa, a las bebidas más fuertes, que de repente llega a un pequeño pueblo en el que todos se conocen y por tanto no hay alcohol ni cigarros, ni nada… Un fin de semana me descontrolé, por así decirlo,y mis padres decidieron mandarme a este campamento.

-¿Descontrolarse? -Sí.-Stefan sonrió y se tumbó en su toalla de nuevo. Yo me puse las gafas de sol y me tumbé boca arriba, dejando que mis pensamientos volaran, libres como el mar y las gaviotas de aquella pequeña fantasía en la que me encontraba.

1 comentario:

  1. Hola! (:
    Me encanta! Por favor sigue la historia, es genial!
    Un beso. ^^

    ResponderEliminar